Esta mañana he salido con Billie. Destino desconocido. El señor Donner ha insistido en que me fuera a pasar unos días. Me dijo que necesitaba unas vacaciones. ¿Quién, él o yo?. De todas formas estoy harto de todo esto. Voy cantando tristemente la canción del niño pájaro mientras Billie conduce su coche, que tiene un motor tan pesimista que añade nuevos quejidos en cada curva. Billie, tomando aire, se ha apoyado en su respaldo como si un secante de tinta cubriera la firma de una sentencia de muerte.
-¡A la mierda con todo, Charlie!. ¿Sabes lo que me ha pedido el viejo? (ése es el señor Donner) Me ha dicho que te saque a pasear para convencerte de que debes independizarte. ¡Será cabrón!
-querrá que aprenda a valerme por mí mismo
-Y una mierda, Charlie. ¿Por qué crees que arregló lo de tu paga estatal?. Ha estado todos estos años cuidando de ti a cambio de dinero. Ahora la bruja seguirá manteniéndolo.
-Trabaja mucho y es lógico que se quede con mi paga
Realmente pienso como Billie, pero es tan duro que prefiero creer que el señor Donner lo hace con buena intención. Lo peor de todo es que con once dólares por semana no puedo ahorrar para marcharme. Billie no puede ocultarme nada, aunque sea desagradable.
Al atardecer hemos llegado a un pequeño hotel junto a la playa. Billie dice que esto es lo que necesito y que me ha traído para que descanse unos días, no porque se lo haya dicho el viejo. En la habitación del hotel había una chica desnudamente vestida. Le he dicho a Billie que la sacara de allí. Le ha pagado y ha salido sonriendo, guiada por los ojos de Billie. Después hemos hablado mucho.
-Ese viejo es un usurero
-Y yo un retrasado
-¡No me jodas, Charlie!
-Él paga mis vacaciones
-¡Ese dinero es tuyo, a ver si te enteras!
Billie ha salido enfadado del hotel. Por la ventana he visto cómo se sentaba en la arena. He bajado a comprar una botella de buen vino, de esos que tienen mala resaca, y he ido a la playa. Hoy no tomaré la medicación. Billie ha sentido mi presencia y se ha secado las lágrimas. Yo había hecho lo mismo arriba, en la habitación. Nos hemos bebido el vino pausadamente, mirando el camino de la luna sobre el mar. Quiero a Billie, pero si fuera mujer no querría dormir sobre su vientre plano. Lo quiero como..., como a Billie. Además, nadie podría dormir sobre su vientre, porque no es plano. Le he dicho a Billie que su vientre podría servir de almohada para John Merrick, el hombre elefante. Tenía una cabeza tan grande que si dormía acostado podía morir del peso. Con el vientre de Billie, el hombre elefante no podría nunca tumbarse por completo. Nos hemos reído a carcajadas, no de John, que al fin y al cabo me recuerda un poco a mí, sino de la situación y del buen vino de mala resaca. Hace tanto que leí esa historia, que ahora podía utilizarla como excusa para reír.
Billie duerme en la cama de al lado. Mi borrachera es tan fuerte que lo veo todo claro. Al fondo, el rumor de los coches en la autopista se confunde con el baile del mar que mece mis sueños. Veo a Sally, la triste. Sally: debiste quedarte en mi beso cuando crucé aquella puerta. Tu mano sobre mi hombro sonó a pésame.
Sally, la triste.
Sally, la...
Sally...
Sal…
Canción: Vete de mí (Bola de nieve)
-¡A la mierda con todo, Charlie!. ¿Sabes lo que me ha pedido el viejo? (ése es el señor Donner) Me ha dicho que te saque a pasear para convencerte de que debes independizarte. ¡Será cabrón!
-querrá que aprenda a valerme por mí mismo
-Y una mierda, Charlie. ¿Por qué crees que arregló lo de tu paga estatal?. Ha estado todos estos años cuidando de ti a cambio de dinero. Ahora la bruja seguirá manteniéndolo.
-Trabaja mucho y es lógico que se quede con mi paga
Realmente pienso como Billie, pero es tan duro que prefiero creer que el señor Donner lo hace con buena intención. Lo peor de todo es que con once dólares por semana no puedo ahorrar para marcharme. Billie no puede ocultarme nada, aunque sea desagradable.
Al atardecer hemos llegado a un pequeño hotel junto a la playa. Billie dice que esto es lo que necesito y que me ha traído para que descanse unos días, no porque se lo haya dicho el viejo. En la habitación del hotel había una chica desnudamente vestida. Le he dicho a Billie que la sacara de allí. Le ha pagado y ha salido sonriendo, guiada por los ojos de Billie. Después hemos hablado mucho.
-Ese viejo es un usurero
-Y yo un retrasado
-¡No me jodas, Charlie!
-Él paga mis vacaciones
-¡Ese dinero es tuyo, a ver si te enteras!
Billie ha salido enfadado del hotel. Por la ventana he visto cómo se sentaba en la arena. He bajado a comprar una botella de buen vino, de esos que tienen mala resaca, y he ido a la playa. Hoy no tomaré la medicación. Billie ha sentido mi presencia y se ha secado las lágrimas. Yo había hecho lo mismo arriba, en la habitación. Nos hemos bebido el vino pausadamente, mirando el camino de la luna sobre el mar. Quiero a Billie, pero si fuera mujer no querría dormir sobre su vientre plano. Lo quiero como..., como a Billie. Además, nadie podría dormir sobre su vientre, porque no es plano. Le he dicho a Billie que su vientre podría servir de almohada para John Merrick, el hombre elefante. Tenía una cabeza tan grande que si dormía acostado podía morir del peso. Con el vientre de Billie, el hombre elefante no podría nunca tumbarse por completo. Nos hemos reído a carcajadas, no de John, que al fin y al cabo me recuerda un poco a mí, sino de la situación y del buen vino de mala resaca. Hace tanto que leí esa historia, que ahora podía utilizarla como excusa para reír.
Billie duerme en la cama de al lado. Mi borrachera es tan fuerte que lo veo todo claro. Al fondo, el rumor de los coches en la autopista se confunde con el baile del mar que mece mis sueños. Veo a Sally, la triste. Sally: debiste quedarte en mi beso cuando crucé aquella puerta. Tu mano sobre mi hombro sonó a pésame.
Sally, la triste.
Sally, la...
Sally...
Sal…
Canción: Vete de mí (Bola de nieve)
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