Esta mañana, a la hora de mi desayuno, mientras me comía mi bollo de crema, he recibido una llamada. Era Sally, la enfermera del doctor Strauss. Hacía más de una semana que no escuchaba su voz, desde aquél día que me enfadé en la consulta.
- ¿Charlie Gordon?
- Sí, soy yo
- Charlie, soy la enfermera del doctor Strauss. Me ha pedido que te llame.
¿Puedes venir en diez minutos a la consulta, por favor?
- Voy
De camino pensaba en las palabras de Sally. “Me ha pedido que te llame”, ni siquiera había salido de ella. Qué cruel.
Cuando llegué no vi a Sally. El doctor Strauss estaba en la puerta esperándome. Me hizo pasar a su despacho con un movimiento leve de sus cejas. Nos sentamos uno frente al otro.
- Charlie, ¿por qué no me has llamado? Hace más de una semana que no sé nada de ti
- Yo tampoco sé nada de usted –le dije con indiferencia.
Por primera vez vi al doctor Strauss como persona, no como doctor. Me di cuenta de que era el apellido de Sally. Cuando pensaba en ella lo hacía siempre como Sally, seguido de la enfermera del doctor Strauss.
"Charlie, me ha llamado el señor Donner. No le hablas desde hace días. ¿Por qué?"
Yo sabía por qué, pero le dije que no me pasaba nada. Hace unos días llegó Billie a la panadería y me contó que había visto al señor Donner y a miss Kinnian juntos, en un café, hablando y riendo edulcoradamente. Entonces entendí la actitud de miss Kinnian en clase. Me dejaba en ridículo delante de los demás, con preguntas como ¿no sabes quién era Kafka?, cuando yo sé que nadie de los que están en clase lo sabe. Miss Kinnian ya no quería hacerme listo y yo no hablaba con el señor Donner, quizás por venganza.
El doctor Strauss seguía preguntándome por los motivos de mi conducta y yo seguía diciendo que no me pasaba nada, simplemente no quería hablar. Entonces entró Sally con un papel y se lo dio al doctor Strauss diciéndole al oído:
“El teléfono del restaurante”.
Los dos se miraron de una forma cómplice. Me sentí traicionado. No podía creer lo que me temía. No quería creer que Sally y el doctor...
Bueno. Al fin y al cabo ella sonreía y yo quería ser listo, ahora más que nunca, así que le dije al doctor Strauss que hablaría con el señor Donner. Él sonrió satisfecho y me dio hora para continuar con nuestro trabajo común, como le gusta llamar a nuestras citas médicas.
Cuando salí del despacho vi a Sally junto a la puerta. Me dirigí hacia ella con dos posibilidades: cruzar la puerta sin más o besar a Sally y luego cruzar la puerta. Finalmente opté por la primera pero, antes de salir, ella cogió mi mano temblorosa y me dijo, también al oído como lo había hecho con el doctor Strauss:
“Gracias, Charlie”, sonriendo como nunca había visto sonreír a una diosa.
Canción: Todo o sentimento(Chico Buarque)
piano y voz en directo: Vicente Llorente
- ¿Charlie Gordon?
- Sí, soy yo
- Charlie, soy la enfermera del doctor Strauss. Me ha pedido que te llame.
¿Puedes venir en diez minutos a la consulta, por favor?
- Voy
De camino pensaba en las palabras de Sally. “Me ha pedido que te llame”, ni siquiera había salido de ella. Qué cruel.
Cuando llegué no vi a Sally. El doctor Strauss estaba en la puerta esperándome. Me hizo pasar a su despacho con un movimiento leve de sus cejas. Nos sentamos uno frente al otro.
- Charlie, ¿por qué no me has llamado? Hace más de una semana que no sé nada de ti
- Yo tampoco sé nada de usted –le dije con indiferencia.
Por primera vez vi al doctor Strauss como persona, no como doctor. Me di cuenta de que era el apellido de Sally. Cuando pensaba en ella lo hacía siempre como Sally, seguido de la enfermera del doctor Strauss.
"Charlie, me ha llamado el señor Donner. No le hablas desde hace días. ¿Por qué?"
Yo sabía por qué, pero le dije que no me pasaba nada. Hace unos días llegó Billie a la panadería y me contó que había visto al señor Donner y a miss Kinnian juntos, en un café, hablando y riendo edulcoradamente. Entonces entendí la actitud de miss Kinnian en clase. Me dejaba en ridículo delante de los demás, con preguntas como ¿no sabes quién era Kafka?, cuando yo sé que nadie de los que están en clase lo sabe. Miss Kinnian ya no quería hacerme listo y yo no hablaba con el señor Donner, quizás por venganza.
El doctor Strauss seguía preguntándome por los motivos de mi conducta y yo seguía diciendo que no me pasaba nada, simplemente no quería hablar. Entonces entró Sally con un papel y se lo dio al doctor Strauss diciéndole al oído:
“El teléfono del restaurante”.
Los dos se miraron de una forma cómplice. Me sentí traicionado. No podía creer lo que me temía. No quería creer que Sally y el doctor...
Bueno. Al fin y al cabo ella sonreía y yo quería ser listo, ahora más que nunca, así que le dije al doctor Strauss que hablaría con el señor Donner. Él sonrió satisfecho y me dio hora para continuar con nuestro trabajo común, como le gusta llamar a nuestras citas médicas.
Cuando salí del despacho vi a Sally junto a la puerta. Me dirigí hacia ella con dos posibilidades: cruzar la puerta sin más o besar a Sally y luego cruzar la puerta. Finalmente opté por la primera pero, antes de salir, ella cogió mi mano temblorosa y me dijo, también al oído como lo había hecho con el doctor Strauss:
“Gracias, Charlie”, sonriendo como nunca había visto sonreír a una diosa.
Canción: Todo o sentimento(Chico Buarque)
piano y voz en directo: Vicente Llorente
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