El doctor Strauss dice que debo escribir lo que yo pienso y todas las cosas que a mí me pasan. No sé por qué, pero él dice que es muy importante. Será para que ellos puedan ver si me pueden usar. Miss Kinnian dice que pueden hacerme listo. Yo quiero ser listo. No sé si escribiré mucho. Todos los días me pasan cosas, pero repetidas. Por las mañanas estoy en la panadería Donner y por las tardes voy a las clases de miss Kinnian, en el colegio Bikman. El señor Donner me da once dólares por semana y bollos de crema y pastelillos, si quiero.
Esta mañana, el doctor Strauss me ha llamado por teléfono para recordarme que tenía una cita con el profesor Neimur a la hora de mi desayuno. Por el camino me he comido mi bollo de crema. El profesor Neimur tenía sobre la mesa unas cartas boca abajo. Pienso que he fallado y que ellos ya no me usarán a mí...
Lo que ha pasado es que me puse muy nervioso y me agarré a la silla como cuando voy al dentista. Me dijo: “tranquilo, Charlie”, y he tenido miedo porque eso quiere decir siempre que me van a hacer daño. El profesor Neimur le dio la vuelta a una carta y me preguntó: “¿Qué ves?”. Cuando era pequeño derramé tinta sobre el examen de matemáticas y me suspendieron y me manché los pantalones de tinta y de... “veo tinta derramada sobre la carta”, le contesté. Dijo sí con la cabeza y sonrió. Eso me tranquilizó de verdad. Continuó volviendo más cartas y lo que yo veía es que alguien había derramado tinta sobre todas ellas. Pensé que era una broma pero, cuando me levanté para regresar a la panadería, el profesor Neimur me detuvo: “Siéntate, Charlie. No hemos terminado”. Yo me asusté y no recuerdo bien lo que me dijo después. Sólo entendí que quería que yo le dijera qué se veía en las manchas de tinta de las cartas. Decía que había imágenes. Miré las cartas muy de cerca y luego, muy de lejos. “...Si hubiera sabido que iba a ver imágenes, habría traído mis gafas. Me las dejé en la panadería porque allí veo la televisión a veces”. No pareció importarle mucho mi comentario. Escribió algo en un papel. Yo miraba una y otra vez las cartas pensando: ”Pero, ¿qué es lo que quiere que vea?”. Tenía miedo de fallar, así que le dije que veía una bonita imagen de tinta negra que cubría las cartas blancas. Eso le enfadó todavía más. “No es eso, Charlie”, me contestó sacudiendo la cabeza mientras respiraba despacio como el que va a desmayarse de un momento a otro.
Le pregunté si otros ven imágenes en las manchas de tinta y me contestó que eso se llama test de Ro Chac, y que hay gente que ve cosas. Yo le pedí que me mostrara dónde. No me lo mostró pero me dijo: “piensa, imagina que hay algo”. Ahora me hablaba lentamente como lo hace miss Kinnian en clase. Yo cerré los ojos para imaginar y el profesor Neimur me advirtió: “mira las manchas, Charlie. ¿En qué te hace pensar esa mancha?”. Yo tenía sed después de todo aquel lío y quise terminar el juego cuanto antes. Además, me estaba meando. “Imagino una botella de tinta que se ha derramado sobre las cartas”. En ese momento, la punta de la pluma del profesor Neimur se rompió. El pobre saltó de su asiento con un resoplido y me indicó la puerta. Estaba verdaderamente enfadado y manchado de tinta negra. Me sentía culpable, pero tuve que dejarlo allí y salir corriendo. Yo quiero ser listo, pero es que en ese momento también me dolía el vientre...
Unos minutos más tarde, con los pantalones descorchados y mucho más tranquilo, miraba al techo del lavabo del profesor Neimur pensando con cierta ironía: “Creo que no he pasado el test de Ro Chac”.
Canción: Locuras (Silvio Rodríguez) a dúo con Pablo Milanés.
Esta mañana, el doctor Strauss me ha llamado por teléfono para recordarme que tenía una cita con el profesor Neimur a la hora de mi desayuno. Por el camino me he comido mi bollo de crema. El profesor Neimur tenía sobre la mesa unas cartas boca abajo. Pienso que he fallado y que ellos ya no me usarán a mí...
Lo que ha pasado es que me puse muy nervioso y me agarré a la silla como cuando voy al dentista. Me dijo: “tranquilo, Charlie”, y he tenido miedo porque eso quiere decir siempre que me van a hacer daño. El profesor Neimur le dio la vuelta a una carta y me preguntó: “¿Qué ves?”. Cuando era pequeño derramé tinta sobre el examen de matemáticas y me suspendieron y me manché los pantalones de tinta y de... “veo tinta derramada sobre la carta”, le contesté. Dijo sí con la cabeza y sonrió. Eso me tranquilizó de verdad. Continuó volviendo más cartas y lo que yo veía es que alguien había derramado tinta sobre todas ellas. Pensé que era una broma pero, cuando me levanté para regresar a la panadería, el profesor Neimur me detuvo: “Siéntate, Charlie. No hemos terminado”. Yo me asusté y no recuerdo bien lo que me dijo después. Sólo entendí que quería que yo le dijera qué se veía en las manchas de tinta de las cartas. Decía que había imágenes. Miré las cartas muy de cerca y luego, muy de lejos. “...Si hubiera sabido que iba a ver imágenes, habría traído mis gafas. Me las dejé en la panadería porque allí veo la televisión a veces”. No pareció importarle mucho mi comentario. Escribió algo en un papel. Yo miraba una y otra vez las cartas pensando: ”Pero, ¿qué es lo que quiere que vea?”. Tenía miedo de fallar, así que le dije que veía una bonita imagen de tinta negra que cubría las cartas blancas. Eso le enfadó todavía más. “No es eso, Charlie”, me contestó sacudiendo la cabeza mientras respiraba despacio como el que va a desmayarse de un momento a otro.
Le pregunté si otros ven imágenes en las manchas de tinta y me contestó que eso se llama test de Ro Chac, y que hay gente que ve cosas. Yo le pedí que me mostrara dónde. No me lo mostró pero me dijo: “piensa, imagina que hay algo”. Ahora me hablaba lentamente como lo hace miss Kinnian en clase. Yo cerré los ojos para imaginar y el profesor Neimur me advirtió: “mira las manchas, Charlie. ¿En qué te hace pensar esa mancha?”. Yo tenía sed después de todo aquel lío y quise terminar el juego cuanto antes. Además, me estaba meando. “Imagino una botella de tinta que se ha derramado sobre las cartas”. En ese momento, la punta de la pluma del profesor Neimur se rompió. El pobre saltó de su asiento con un resoplido y me indicó la puerta. Estaba verdaderamente enfadado y manchado de tinta negra. Me sentía culpable, pero tuve que dejarlo allí y salir corriendo. Yo quiero ser listo, pero es que en ese momento también me dolía el vientre...
Unos minutos más tarde, con los pantalones descorchados y mucho más tranquilo, miraba al techo del lavabo del profesor Neimur pensando con cierta ironía: “Creo que no he pasado el test de Ro Chac”.
Canción: Locuras (Silvio Rodríguez) a dúo con Pablo Milanés.
1 comentario:
Hola!
Me ha gustado la primera entrega y te linkeo para no perderte la pista.
Un saludo
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